Haz tu donación a Wikipedia

Support Wikipedia

jueves, 14 de enero de 2016

Guerrero en el desierto

...Andaba errante por el inmenso y árido cañón que ante mí se postraba, sediento, cansado y sin rumbo fijo,
Llevando como compañía a una bandada de buitres hambrientos que esperaban pacientemente mi último suspiro.
Atrás dejé aquel pueblo en el que vi y oí cosas que no estaba preparado para ver ni oir, aunque en mi corazón todavía pesaba
esa dura carga de aquellas amargas sensaciones que allí presencié.
Partí sin caballo ni petate, y sin saber muy bien qué me iba a deparar... sólo sabía que tenía que salir de allí.
Pasé demasiado tiempo en ese pueblo. Pero eso ya formaba parte del pasado. Ahora sólo quedaba avanzar.

Aunque no me estaba resultando fácil. La falta de comida y de preparación para el entorno en el que me encontraba hacían que poco a poco mi físico se fuera consumiendo... y con ello, mi ánimo.

Sin rumbo fijo y sin víveres, estaba claro que iba a ser pasto de buitres y desierto. Notaba cómo mis labios se iban espesando cada vez más y mi vista se nublaba sin distinguir ya cielo de sol. Pero lo peor de todo es que en mi interior ya no había fuerzas para luchar. Me había dado por vencido. No había marcha atrás... Un par de horas más e iría a formar parte del vasto paisaje que me rodeaba.

Un paso más... otro más... "a la mierda", pensé, y caí desplomado.



Una hora después algo me despertó. Abrí la boca instintivamente: Agua. ¿Agua? provenía de una cantimplora. Una cantimplora con agua que estaba siendo vertida por alguien:
Era el ser más hermoso que hubiera visto jamás. Llevaba una armadura dorada y a su alrededor había un aura que protegía del calor, refrescando mi cuerpo maltrecho.
"¿Quién eres?" Pregunté. "Soy... tu amiga", sentenció, y sin mediar más palabras me sujetó la frente con sus dos manos y apretó con fuerza.


Inmediatamente después sentí un calor inexplicable en mi cabeza... tanto que empecé a gritar hasta que perdí el conocimiento.
Cuando volví a abrir los ojos ya no estaba en medio del cañón... me encontraba encima de un suelo de colores verdes, rojos y azules, con forma acartulinada y un cielo negro como el betún. El suelo se movía de una manera similar al mar: con pequeñas olas acompasadas de una ligera y agradable brisa.
De repente y sin saber por qué, me sentía muy bien. Sin hambre, ni calor ni cansancio. Y lo que era más importante: me sentía en Paz. Ese ser había movido algo en mi interior. Ya no era el mismo, era distinto... había una inmensa bondad en mí, y todo lo que sentía era gratitud. Hacia la vida, y hacia él.

Empecé a bailar y a cantar, contento por mi nuevo estado, feliz sin motivo, y con un claro objetivo... seguir así para el resto de mi vida. Mis heridas se habían curado... y los recuerdos de aquél pueblo, aunque seguían presentes ya no hacían el mismo daño en mi: Sabía que tenía un largo camino por delante para aprender de lo que allí viví, y para poder enseñar mis avances a quien quisiera saberlos...

De alguna parte de este mundo que se había creado ante mí, surgió una voz: "Por fin lo has aprendido, eres lo que bailas y cantas... eres el momento, quiérete mucho porque eres maravilloso. Vive y se feliz, que allí estaré yo para ayudarte siempre que lo necesites..."

De repente volví en mí... ya no estaba en ese mundo. Estaba de vuelta en el cañón, y seguía con la frente sujetada por las manos de aquél misterioso ser... aunque ahora todo era distinto. Ya no estaba cansado ni tenía sed. Ni los labios pegajosos ni la vista nublada... y pude distinguir a quien enfrente de mí se hallaba.

Era una mujer hermosa bajo una armadura dorada, de cabello corto y moreno, y de mirada infinitamente bondadosa.
Me dió un beso en la mejilla y me susurró al oído: "Ya lo has entendido, amigo mío. Ahora el resto, depende de ti"

Se levantó, y pude ver que había dos caballos, uno negro y otro blanco.
Ella se montó en el blanco y mirándome a mí me señaló con la cabeza el caballo negro, diciendo: "¿Vienes o qué? que no tengo todo el día."

Entonces sonreí, y entendí el gran regalo que aquella mujer acababa de hacerme. El regalo de la esperanza, de la alegría y de la felicidad porque sí. De la compañía y de la amistad.

Me levanté, me monté en el caballo, y juntos emprendimos el camino hacia el horizonte, incierto sí, pero hermoso...


1 comentario:

  1. El mañana es incierto, el pasado ya pasó, lo que cuenta es el presente y en tu escrito reflejas todos estos estados. Además de percibir una experiencia cercana a la muerte, pasar por el túnel, ver la LUZ, pero de nuevo a retornar, a renacer en tu realidad pues aún no has cumplido tu misión en la tierra. Te levantas renovado, con energía vital acompañado de un ángel sanador. Hoy tus escritos inspiran los míos!! Cómo te parece???

    ResponderEliminar