Haz tu donación a Wikipedia

Support Wikipedia

miércoles, 20 de marzo de 2013

Malos tiempos para la lírica


Hoy, como el año pasado, le rindo honores con un poema. Esta vez de cosecha propia, aunque no haga ni sombra al posteado el año anterior.
No tiene métrica, ni se corresponde con ningún estándar. Sólo hay una cosa que he intentado conseguir, y dejo que cada lector saque sus propias conclusiones.
Como en mi anterior post, cada persona que lo lea obtendrá una sensación distinta, y evidentemente, habrá personas que no sientan nada. Es más un intento de homenaje a tantos y tantos poetas que se mueven alrededor nuestro sin nosotros saberlo. 

Adjunto al final un poema (Ithaca) recitado por Sean Connery con fondo musical de Vangelis, que a mí como fondo siempre me gusta escuchar.

Tema central: Malos tiempos para la lírica.

Con que a alguien le diga algo, me conformo.



Nacido el poeta frustrado,

ése que tiembla y se regocija,

al ver pasar a su musa sentado,

y clavada al destino su alma fija.



Ese poeta, que ve cómo el mundo ha cambiado,

lo desplaza y lo deja apartado,

ese poeta que a su silla queda empotrado,

embobado al entrar Afrodita.



Risueño deja que el tiempo transcurra

centrado en sus cosas, en sus menesteres,

denegando en su mente los placeres

que ella a unos metros sin saberlo susurra.



¡Estimado amigo! Aciagos tiempos advienen,

cuando tan sólo lo que uno quiere,

es ver reflejado en papel lo que siente,

haciendo justicia a tanta hermosura.



Aún llegará el día en que la vida de un giro,

en que este poeta afronte sus miedos,

que rompa con todos sus credos

se levante del sitio que atado lo tiene

y como única arma portada, la verdad,

burlando las tretas que ofrece el destino

haga del sueño una gran realidad.




martes, 5 de marzo de 2013

Popurrí de emociones (II)

Uno a veces se pregunta si las palabras pueden describir cualquier tipo de sentimiento, de sensación.
O un cuadro, escultura o canción. Mi respuesta, después de mucho analizar y analizar, es NO.
Podría componer una obra maestra, pintar un genial cuadro de mi musa, o esculpir a quien mis más locos deseos desata con
maquiavélica precisión. Podría realizar el poema de mi vida, o el ensayo perfecto sobre lo que quiero transmitir.
Podría hacer todo eso y jamás lograría transmitir exactamente aquello que quiero a todo el mundo.
Cuando nos expresamos, para empezar, nuestra mente se encarga de sintetizar a su manera lo que nuestro cuerpo siente.
Ese análisis que hace nuestra mente viene determinado por infinidad de factores, todos ellos relacionados con la experiencia en nuestra vida.
¿Qué ocurre cuando nuestra mente no es capaz de sintetizar una nueva sensación? Miedo, podría ser una razonable opción.
Miedo y descarte. O incluso pasividad, letargo... se enmascara y funde con las demás, de tal manera que parece no existir en ojos ajenos.

Pero ese sentimiento, esa locura que a veces nos deleita y a veces nos tortura no se va.
Podría formar parte de una de tantas partes que forma el mundo de las Ideas de Platón. Ideas que siempre han estado ahí, y que nuestra ceguera normalmente nos impide distinguir, eternas, invariables, puras, imparciales, no entienden de estados.
Y esas sensaciones o sentimientos el mundo civilizado nos hemos empeñado en definir y catalogar, pues forma parte de nuestra forma intrínseca de ser. Necesitamos tenerlo todo nombrado, estudiado y tratado.
Estoy cansado de todo ello.
Como acto de rebeldía, me voy a negar a catalogar la infinidad de sensaciones y sentimientos que recorren mi cuerpo a lo largo de mi vida.
Algunos entrarán y se quedarán, otros fluctuarán un tiempo por mis venas y entrañas y luego me dejarán en paz, y muchos serán diferenciales que apenas notaré. Cualquier parecido razonable con la infinidad de términos que tenemos para diferenciarlos unos de otros me va a dar igual: locura, amor, odio, pasión, vergüenza, dolor, excitación, emoción, tristeza o alegría. Qué más da.
Qué más da lo que mi cuerpo sea capaz de asimilar. Jamás encontraré la canción que me defina, la escultura que te idolatre, la pintura que te adore y te merezca, el poema que te haga sentir lo mismo que yo siento.
El tiempo que pasa en nuestra vida es tan insignificante en el cómputo global que si hubiera un dios que haya existido en el principio de los tiempos, no se tiene ni que enterar si un día lloro, río, canto o permanezco en silencio más de lo normal.

La vida puede ser sencilla o puede no serlo, la vida es, existe y está. Cada uno la acoge en su interior desde su perspectiva y hace de ella lo que cree que puede hacer. La vida puede ser maravillosa (si te dejan), o no. Puede estar bien a ratos o mal a ratos. Parecen frases de perogrullo pero cuando uno intenta alejarse de la perspectiva particular y verlo todo desde un prisma global las puntualizaciones carecen de sentido.
¿Cómo veo mi vida? A lo mejor me tendría que preguntar: ¿Cómo ven mi vida la gente que me conoce? ¿Cómo vería mi vida alguien que nunca me ha conocido? ¿Cómo veo yo la vida de los demás?
Todo, TODO, sesgado. Incompleto, pero no por ello no tiene por qué ser imperfecto.
Una conclusión muy básica de todo ello es que la vida es un lío que intentamos desenredar, unos mejor que otros. Y cuando a veces logramos ver el ovillo casi perfectamente formado, llega el gato del caos y se encarga de revolvernos un poco ese preciado orden que necesitamos para tener estabilidad.
Llámalo Berta, Rodrigo, cáncer, nacimiento, muerte, Julen, Nerea, Pepito, Juani, enfermedad, suerte o maldición o como lo quieras llamar.
Siempre llega, siempre se va, y siempre vuelve a llegar.

¿Y de todo este lío qué resultados se ven? Para responder a esta pregunta, un deseo: poder tener tiempo para hacer este análisis momentos antes de morir. Y aunque evidentemente importe más bien poco a la humanidad qué conclusión saque, por lo menos llegar al final con las ideas más claras que un servidor ha ido teniendo desde que tiene uso de razón.