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domingo, 5 de febrero de 2012

Una de balonmano

"¿Eres Markussen?" Le pregunta a la salida de vestuarios impasible un hincha
del Atlético de Madrid Balonmano a Kallman, con lo que el extremo lo único que pudo esbozar fue un tímido "no", medio perplejo medio acostumbrado a la nueva situación que llevan viviendo esta última temporada.

Él estaría acostumbrado... yo no. Y me dio una mezcla de pena y desánimo por ver cómo varios de los mejores jugadores del mundo de balonmano son seguidos este año por una gran parte de aficionados del Atlético de Madrid de fútbol que, sin importarles el deporte, ni las sensaciones de los jugadores, se reúnen en grupúsculos en los diferentes pabellones donde van para hacer bulto, echarse unas risas y ver cómo por lo menos en balonmano ganan algo.

Soy consciente de que el balonmano no es el fútbol, pero al César lo que es del César, y a estos jugadores habría que tenerles un poco más de respeto, al menos a nivel deportivo.

Dejando al margen este tema, creo que el Balonmano Valladolid al completo se merece una enhorabuena por el partido de ayer, a pesar de haber perdido.

Normalmente suelo ser bastante crítico con el equipo, pues como jugador que soy y que he sido tengo mi propia perspectiva de muchas decisiones, de actitudes en el campo y por qué no decirlo también, de parte de la sistemática del Balonmano Valladolid, y ayer lo que vi fue una guerra (deportiva) entre dos generales que suelen llevar muy bien la batuta:  

Lo que ocurrió en el campo podría encontrar un símil en la Batalla de las Termópilas:
Al Balonmano Valladolid, sin Cutura por sanción y Perales por lesión, se le planteaba un partido muy crudo sin centrales "natos" frente a un Atlético de Madrid plagado de internacionales y con un banquillo mucho más frondoso.

Y el Balonmano Valladolid aguantó, vaya si aguantó, y además, con estilo y con clase:
Una defensa férrea con los principios claros sin dejar brillar a nadie y un ataque dirigido a ratos por Krivokapic a ratos por Gurbindo y con Ávila de lateral izquierdo.

Para los escépticos (como yo), el sistema funcionó y lograban hundir a Parrondo o Davis de la 5-1 visitante ataque tras ataque. Mucho honor y mucha entrega, y un poquito de cabeza provocó que anduviera hasta cinco tantos arriba en el marcador.

Pero al igual que en las Termópilas, todo ejército inferior en número tiene un aguante, y el combustible del Balonmano Valladolid duró hasta el minuto 15 de la segunda parte.
El ir y venir por el campo de jugadores del Atlético, sumado a la injusta tercera descalificación de Asier, pilar central de la defensa de Valladolid, hizo que el local se deshinchara hasta que el dominio pasó a ser rojiblanco.

La conclusión del partido de ayer: que vimos buen balonmano, que Pastor sigue demostrando cuán buen estratega es, y que el Atlético de Madrid Balonmano es 
mucho balonmano.