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domingo, 9 de septiembre de 2012

¿Y si todos hiciéramos lo mismo?


Siempre que veo determinadas escenas, no puedo evitar el pararme a pensar, qué pasaría si cada uno de nosotros copiara ciertos comportamientos, puntuales eso sí, y de poca repercusión, al parecer.
Me explico. Con tres ejemplos por supuesto, que es así como mejor se entienden las cosas. Ejemplos ficticios o reales, da igual. El mensaje se capta de la misma manera.

Fulanito uno, treinta y tantos, agricultor. De fiesta en su pueblo. Qué bien se lo pasa, qué rico el cubata, en vaso de plástico, que le ha puesto el camarero improvisado en el bar de la piscina, ahí al ladito de las tierras de un conocido, que no se acuerda ni de cómo se llama, o de quién es.
Se acaba la copa, y lanza con precisa inteligencia el vaso en un bello movimiento parabólico hacia el interior del terruño. Ahí queda, qué bueno es, qué tipo tiene. Y a seguir con la marcha.

Fulanito dos, da igual su edad, da igual su profesión. Andando por la calle con su pareja, en su ciudad, tranquilamente, vamos a poner por precisar algo más que se está comiendo una bolsa de Risketos. Después de saborear tan delicioso manjar, se desprende de la bolsa dejándola caer en algún punto determinado del asfalto. Y pensando él, que con tan buena acción el paro bajará, y contratarán a más empleados de la limpieza.

Fulanito tres, y acabo ya con los ejemplos. Cuarenta y muchos, de compras en el colmado, de al lado de la casa de la suegra. Ese colmado al que entra por primera y última vez. Y esa señora atendiendo amablemente, un sábado por la mañana cualquiera. Fíjate se dice él, qué maja es, y qué descuidada a la vez, que cada vez que necesita algo, se baja al almacén, dejando al cliente ahí mismo, un rato sin atender.
Y claro, entre bajada y bajada, fulanito se percata de que tiene muchos paquetes de garbanzos “repes”. Y naturalmente, en una de esas subidas y bajadas uno de esos “repes” pasan a la bolsa del ansioso de turno, que en un futuro cercano se vanagloriará con su mujer y su suegra de tamaña hazaña. Qué más le da si tiene muchos, piensa él.

Se me ocurren muchísimos más, dejo al lector la imaginación, en los que podemos encontrarnos presenciando alguna escena que carezca de valor puntual.
Estos comportamientos, tan habituales e intrínsecos a la naturaleza humana, serían catastróficos si cada uno de nosotros los ejecutara.

Me recuerda a una campaña sobre la que se intentó concienciar sobre la problemática del tema en cuestión, en este caso en el medio ambiente, pero que yo extrapolo a la sociedad en general: El total es lo que cuenta.

Y a la vez me hace pensar, en cuán distinta podríamos formar esta sociedad, si estas pequeñas acciones poco cívicas las transformáramos en pequeñas buenas acciones, para con el medio ambiente, y el prójimo en general.

Como se podía escuchar a Ellie Arroway en Contact, la película:  

Siempre creí en que el mundo es tal y como cada uno de nosotros hacemos.

Y es que, el cambio que necesita esta sociedad, está en cada uno de nosotros.