Haz tu donación a Wikipedia

Support Wikipedia

viernes, 26 de diciembre de 2014

Un pucelano en León (I)

Buenas, me presento: Soy un chico (algunos niños se empeñan en llamarme señor) de Valladolid, capital de facto de Castilla y León. Para los vagos como yo, "de facto" significa que no es tratada como tal. Vamos, que no es oficial.
Aunque a mi siempre me ha gustado definirme más como chico de las Delicias. Barrio delicioso decía el padre Jaime.

Dónde nací, dónde me crié y con quién me junté han ido definiendo mi personalidad. Creo que gracias a eso la gente de fuera me verá como un castellano estándar:
Serio y distante inicialmente, pero cordial y amable con quien creo que lo merece.

Mis contactos con León se basaron inicialmente con el mundo del balonmano: Cuando íbamos a León era para jugar contra los Maristas y después el Ademar.
SIEMPRE ha habido mucha rivalidad deportiva. Unas veces ganábamos y otras perdíamos (en mi caso personal no llegué a ganarles nunca, :P)

Después, ya en la universidad y gracias a tener a un amigo estudiando allí pude comprobar parte de la ciudad que no era balonmano: Mis recuerdos se basan en el húmedo
y en bares de ambiente rockerillo, pues eso era lo que más nos apetecía.

Y fue hace casi tres años cuando me surgió la oportunidad de conocer más a fondo León, cuando me fui a vivir allí para trabajar.
Al principio y quitando las típicas bromas deportivas, me imaginé que podría encontrarme gente, evidentemente de todo tipo, pero con un carácter distinto.
Al menos así me lo habían ido pintando diversas personas con las que hablaba.

Durante estos tres años he tenido tiempo para ver bastantes cosas de la ciudad y de sus gentes.
Me he encontrado de todo tipo de personas: majas, más majas, idiotas, más idiotas... una amalgama muy variopinta.
Pero la conclusión que saco es que no me costó nada adaptarme. Por qué: pues por la sencilla razón de que aunque haya costumbres que nos diferencian, leoneses y vallisoletanos (en general por supuesto) somos muy parecidos en forma de ser, en forma de ver las cosas y de tratar a la gente.
Puedo decir que tanto los leoneses como los vallisoletanos tenemos un carácter muy "del norte".
Y salvo excepciones, la gente de León es muy agradable, al igual que lo es la de Valladolid.

Estamos cortados del mismo palo, le guste a la gente o no. Por eso me molesta sobremanera escuchar tanto de un lado como de otro argumentos sin base sobre estereotipos que cuatro panolis han inventado para diferenciarse y separar a la gente. Y es que una cosa es el tema político de separatismos territoriales (cosa que me da lo mismo) y otra hablar de las gentes de un sitio u otro.
Misma o distinta comunidad, qué más da, si vamos a seguir estando a la misma distancia, siendo de la misma manera y haciendo lo mismo.

Y como fin de post, un tema muy de "mi barrio"



domingo, 14 de diciembre de 2014

La guerra silenciosa

Obviando el tema real de luchas y conflictos armados que el mundo ha sufrido, sufre y sufrirá, quiero abordar en concreto otro tipo de luchas y conflictos que en una sociedad pacífica (en general) se viven. Y como no me quiero extender demasiado y este blog es más de carácter informal, lo voy a abordar desde mi experiencia personal. Con la intención de que quien me lea se pueda ver reflejado y (quién sabe) sacar alguna conclusión positiva.

El ser humano es un ser luchador por naturaleza. El instinto de supervivencia nos viene de serie mermado, eso sí, por las condiciones en las que nacemos y nos criamos.
Y nuestra primera oportunidad en general suele darse cuando tenemos nuestro primer contacto con el deporte.

Cuando comencé el colegio, salvo por las patadas que dábamos al balón simulando ser jugadores de fútbol, poco más daba de sí la cosa.
Mi niñez fue en la década de los 80, y yo me crié en colegio de frailes. Estos datos los doy para poder meter en un contexto los deportes por los que fui pasando, y de la manera en que los fui pasando:
Comencé haciendo Judo con 8 años y estuve practicándolo durante dos cursos. En dos años sólo recuerdo haber aprendido algo (de las llaves salvo las básicas he olvidado todo): Y es que siempre hay alguien más fuerte que tú. Fue mi primera lección importante.
Hagas lo que hagas, seas lo bueno que seas, no importa: siempre vas a encontrar a alguien que te puede poner en tu sitio, y del que puedes aprender.

Con 10 años me apunté al equipo de atletismo del colegio y estuve un curso. Fue un año muy dispar puesto que nuestro entrenador no fue lo constante que debió ser y la cosa no fue muy a más. Lamentablemente no recuerdo haber aprendido mucho de ese año... Era un niño con poco carácter y bastante enclenque, y estar en un deporte que requería de mucha motivación personal en aquellos momentos no era lo más adecuado para mí.

Al año siguiente el curso de atletismo no siguió y me apunté a algo que ha estado en mayor o menor medida marcando mi vida personal. Hablo de balonmano.

Seguía siendo el mismo enclenque sin carácter. Eso sí, a partir de ahí empecé a aprender que no hay mal alumno sino mal maestro. Resulta que mi carácter no es que no estuviera, es que estaba bien metido en mi interior. He tenido la fortuna de tener entrenadores que de una manera u otra han sabido aprovechar lo bueno que había en mi con respecto al balonmano. Era como una simbiosis invisible: Yo les ofrecía resultados y ellos a cambio forjaban mi carácter.
Durante todos esos años aprendí:
Que las derrotas existen, y que siempre te puedes sobreponer.
Que las victorias, cuanto más trabajadas sean, más se disfrutan al final.
Que el trabajo en equipo es algo que sólo va bien si se alimenta día a día.
Que la mirada del tigre existe.

Y llegó un momento en mi vida en que todas esas enseñanzas las tuve que extrapolar a la vida real, cuando ésta se encargó de darme la mayor hostia que por aquel entonces recibiría: La muerte de un ser querido.

De ahí también aprendí cosas: Que la vida es la batalla más dura que nos toca vivir, y que no importa lo grande y fuerte que seas: Ella te golpea con más dureza que un tsunami. Es nuestro espíritu el que aguanta, y ahí está la clave: aguantar. Aguantar todo lo fuerte que puedas la embestida y seguir avanzando, porque es el espíritu el que mueve nuestros músculos cuando la mente no puede más.

Y llega un punto en mi vida en que deportivamente pareces haber llegado a una cima, a un momento en el que sólo ves desde arriba y que lo único que queda es bajar.
Y es cuando me doy cuenta de que hay más montañas. Llevo casi toda la vida escalando la montaña del balonmano, y aunque estoy satisfecho de haber escalado lo que he escalado, descubrí que escalar otros picos me podían aportar cosas que hasta ahora no necesitaba.

Desde hace un año y algo más o menos he decidido empezar a escalar (hasta donde llegue) el pico de las artes marciales.
Empecé en una actividad de interior de gimnasio que se llama "Body Combat". Aunque el nombre suene muy artificial creo (al menos para mí) que tiene todos los componentes para desarrollar un físico completo, y además con música, que entretiene más.
Gracias a esta actividad he despertado un interés por las artes marciales que tenía hibernando en mi interior, pero que estaba latente desde hace tiempo. He descubierto que en el mundo deportivo de lo más importante que habría que cuidar es la flexibilidad.
Otro punto que llevo aprendido es que cuando haces algo o ves a alguien hacer algo con pasión y dedicación, te produce un torrente de deseo interior por querer dar más de ti mismo y por continuar la lucha, o lo que sea.

Tras haber despertado este sentimiento me decidí a continuar mi aprendizaje de Taichi, que empecé en Valladolid tiempo atrás y que tuve que dejar.
De Taichi llevo aprendido hasta ahora que en la vida hace falta encontrar un equilibrio, no sólo físico sino también mental: La vida en general es taichi (gracias Eva por la aportación, ;)), es un contraste de fuerzas en las que algunas te arrastran y te dejas llevar y otras se acoplan a tu destino.
Vivimos una vida moderna llena de aparatos tecnológicos y queremos cada vez que todo sea más inmediato. Hay que aprender a disfrutar más del momento presente.
Otra enseñanza que me ha dado el Taichi (esta vez de manera indirecta) es que una manera de medir lo mucho que te importa algo es la de saltar los muros que ante ti pone la vida, hasta llegar a ese algo.

Por último y desde hace tres meses he entrado en un grupo de Wing Chun, una forma muy interesante de Kung Fu.
Es un poco pronto para sacar conclusiones y aprendizajes sobre lo mucho que me queda por ver a partir de aquí. Quizás en un tiempo sea buen momento para hacer una continuación de este post.

(Actualización a 6 de abril de 2015: Intentando seguir el principio "hay que focalizar más", dejé el grupo de Wing Chun y me estoy centrando en el Taichi, estilo Yang)

Espero que si has llegado hasta aquí puedas haber compartido algunas de las conclusiones a las que he llegado yo. Y si no es así, por lo menos que te haya hecho pensar un poco acerca de cómo vivimos cada uno de nosotros la vida y de cómo decidimos luchar contra los obstáculos que nos vamos encontrando.



martes, 11 de noviembre de 2014

¡Juguemos!

Vamos a jugar a un juego:

Vamos a pensar en una persona de nuestro entorno con quien tengamos relación. No hace falta que a esa persona la tengamos que ver todos los días.

Esa persona tiene que tener algo que para nosotros sea especial. Algo que nos llame la atención: sus habilidades sociales, su capacidad de síntesis, que haga bien determinadas cosas... en fin, algo que nosotros valoremos y que creamos que es bueno.
El siguiente paso es intentar resumir en un par de lineas eso mismo que vemos en esa persona, y cuando lo tengamos claro, vamos a por el paso más complicado:
Vamos a decírselo

En persona, por correo electrónico, por carta (¡qué bonito!), por facebook, whatsapp... las posiblidades son muchas y da igual cómo, el caso es hacerlo.
No tiene por qué ser del sexo opuesto, puede ser del mismo sexo, y no nos tiene por qué gustar ni "hacer tilín".

El juego podría acabar aquí, pero para los jugones y los que siempre se quedan con ganas de más, aquí viene lo bonito de este juego... que no se acaba nunca.
Siempre vamos a encontrar a alguien que merezca la pena, que tenga cualidades que nosotros admiramos, que desearíamos tener o que simplemente nos maravillan.

Podemos también encontrar variantes para no aburrirnos... en lugar de apreciar las cualidades de uno, podemos simplemente agradecer una determinada labor. Y podemos emplear el mismo sistema.

Para los indecisos o los tímidos: No tiene por qué ser dicho o escrito. También se puede manifestar mediante un abrazo, un pequeño regalo o cualquier gesto o símbolo de aprecio. Somos seres humanos y estamos en un nivel en el que nos podemos comunicar de muchas maneras, hagamos pues alarde de nuestra superioridad para lo bueno.

Nuestra sociedad está enfocada hacia los demás de manera que siempre resaltamos antes las cosas que se hacen mal. Y eso no es malo, nos ayuda a mejorar. De hecho que te digan lo que estás haciendo mal te ayuda para no volver a repetir el comportamiento o la acción.
Pero nunca nos enseñan a reforzar las buenas acciones. Vemos gente realizando buenas acciones y las valoramos, claro que las valoramos, pero de puertas para adentro. 
No os imagináis lo importante y lo decisivo que puede ser para alguien que venga otra persona y le valore. No sabemos siquiera si esa persona se está planteando abandonar determinada tarea, o está cansada de seguir con la vida tal cual la lleva, cuando la única realidad es que la mayoría de las cosas que nos proponemos son maravillosas.

Así que, para dar ejemplo, yo ya empecé a jugar. Ahora os cedo el testigo, pero con la diferencia de que en lugar de quedarme a observar, seguiré jugando en activo.

¡Juguemos!


martes, 30 de septiembre de 2014

Filosofía de un pensamiento (III)

Sentir...

Sentir: Cerrar los ojos y dejar que los últimos rayos de sol de un día de verano se apaguen en tu piel.
Percibir el ruido del viento al chocar con la naturaleza y que te sirva de compás para dejarte llevar.

Fuera, a tu alrededor, se produce una melodía con instrumentos invisibles que poco a poco van formando una canción.
Es ese viento el que entra en tu interior y se lleva los malos sentimientos y todo ese mal rollo que te angustia, te oprime y simplifica.

No es magia, no hay magos. No hay milagros. Es algo que siempre está ahí y que nos negamos a aceptar: Que 
somos parte de ello, de ese paisaje, de los pájaros que vuelan y pían en busca de comida y de supervivencia, 
de los árboles que se ondulan al viento y que permanecen casi eternos a nuestros ojos, de la tierra que nos da firmeza y suelo,
de esa alimaña que se esconde con mirada furtiva y miedo ante nosotros.

Parte del río que al fondo escuchamos romper contra las rocas y que fluye con destino a un mar lejano, o a otro río.

Y es que no hay nada más bonito y desgarrador a la vez que comprender que la inmensidad que nos rodea 
hace que cada vez me vea más pequeño.
Algún día moriré, me fundiré con el sitio de donde vengo, pasarán los años y seré parte de algún animal,
o me perderé en las corrientes de algún mar lejano y que servirán de guía a bancos de peces, tiburones o ballenas.

Puede que vuele por cielos en los que nunca habré estado, o que sirva de alimento al animal más inesperado.
Lo que está claro es que seguiré vivo. No como me imagino, eso sí:
Es el ciclo de la vida.

Sentir...
sentir que te mueves, 
que tus ojos ven,
sentir que tus labios sienten 
que te excitas,
sentir que morir no quieres, 
que a la muerte evitas,
que los sentidos no mienten.

Sentir que estás vivo, 
porque si duele, gritas, 
lloras, te caes.
Porque si gusta gimes,
ríes, te levantas.

Sentir...
Sentir hasta sufrir, 
hasta el éxtasis, 
y en ello pongo énfasis,
si estás vivo, siente.
Siente hasta que revientes,
porque el día que dejes de sentir,
ese día, aunque en vida,
acabas de morir.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Filosofía de un pensamiento (II)

The way of the warrior.


Echando la vista atrás uno comprende a grandes rasgos el complejo proceso del cambio que se produce del más estricto determinismo y de una vida asociada a la tecnología, la planificación y la ciencia de lo exacto, a una vida con deseos de lo imprevisible, de las artes y lo estéticamente inexacto, pero no por ello menos hermoso: 
Del mantra del día a día, de la pérdida del orgullo que desde pequeño te hacen sentir por ser humano. De la mezcla con los sentidos, con la intensidad absoluta del momento presente, la meditación y el control.

Y a esto que llegas después de mucho cavilar en qué es lo que te produce una sensación de malestar, un algo que ves que incompleta tu vida, que te asfixia por dentro. Cuando el pensamiento no deja traspasar la luz del día a tu interior. Y te sumes en un sinsentido que te angustia y te produce infelicidad.

Y vas descubriendo poco a poco un mundo que siempre ha estado ahí, que nunca te ha dado la espalda, pero tú a él sí. Un mundo enorme del cual me queda mucho por explorar y que pienso intentar entender.

Leí hace ya tiempo que el mundo tiene tres reglas sencillas de funcionamiento:
Paradoja, Humor y cambio.

Paradoja: La vida es una paradoja, no malgastar tiempo tratando de entenderla.
Humor: Mantener el sentido del humor sobre todo hacia uno mismo. Es un poder más fuerte de lo que pensamos.
Cambio: Conocer que nada en la vida es eterno, y que está en constante cambio.

Este post es un comienzo hacia un terreno nuevo para mi y que me va a llevar toda una vida perfeccionar.

Como comienzo: Parar la actividad y concentrarse en respirar. Dejar que la mente genere todo lo que quiera y hacer que resbale... 
Como finSatori.
Entre medias: Mientras llego, dejar constancia del amor que siento por la vida a quien realmente me importa. Y sembrar: no parar de sembrar.




jueves, 11 de septiembre de 2014

Filosofía de un pensamiento (I)

Taichí.

Ese momento.

Ese momento en el que todo se para: no fluye el tiempo, fluye tu cuerpo.
No hay escalofrío, ni falta que hace, no sientes nada, ni el viento meciendo tu cuerpo.
Ese momento en el que tus pensamientos flotan en un sumidero que todo lo cuela, y se centran en el siguiente movimiento.

No hay magos, pero sí hay magia: es la magia de la ausencia, un sentir que se postra en forma puntual al mismo tiempo que tus manos comienzan su juego, coordinadas con las piernas y el resto de tu cuerpo.

Es en ese momento cuando descubres que somos dualidad, que hay onda, que de ella somos siervos. El pasado no existe, el futuro es incierto: sólo habita el presente, al mismo ritmo que mi aliento.
Noche y día se confunden, fuerzas van y vienen, alternando el sentimiento que en mi interior se produce, vacío de todo y nada al mismo tiempo.

Ese momento.


Ese momento en que inicio la forma... ese momento, es eterno.

lunes, 4 de agosto de 2014

Pequeños gestos

Una vez leí en un libro que ya no se escribían cartas de agradecimiento, y menos manuscritas.
Hoy yo he recibido una carta manuscrita, y no es de agradecimiento, es de disculpa:
Hace un mes aproximadamente solicité un libro descatalogado a través de una página que te facilita encontrarlos en España.
Esa página me permitió reservar ese libro en una librería de Ponferrada y tenerlo en mis manos sin tener que ir allí (cosas de internet).

La gracia del asunto es que el libro nunca llegó a mis manos. 
Y puesto que así fue, decidí escribir a la página para preguntar por el procedimiento a seguir en estos casos.
En la página me contestaron rápidamente con una larga lista de pasos para poder reclamar mi compra. 
Una larga lista que no estaba dispuesto a cumplir en primer lugar, así que decidí ponerme en contacto con la librería directamente.

Y aquí entra el motivo de mi entrada de blog: 
Un trato muy humano, una señorita al otro lado del teléfono muy atenta en todo momento, y una solución al problema de la mejor manera que supo, 
pues resulta que había habido un error en la base de datos de la página y el libro ya no lo tenían.
Lo más cómodo en su lugar hubiera sido decirme que siguiera el procedimiento de reclamación, puesto que ellos no tienen culpa (es problema de los datos de los que dispone la página, 
y de su correcta actualización). Y yo no hubiera dicho ni mú, al menos a la librería.
En lugar de eso se ofreció a devolverme el importe del libro (13 €) por correo postal y evitarme las molestias burocráticas.
Reconozco que acepté con un poco de escepticismo, pero hoy no sólo me he encotrado con una carta de la librería y el dinero del importe, sino que acompañado venía una nota de disculpa, y manuscrita.

El sentimiento que ha producido en mi verlo, con sinceridad, ha sido inefable. 
Este tipo de recuerdos son los que, si alguna vez tengo hijos, espero poder aplicar y grabar en sus mentes.

Nada más que decir.

Bueno, sí. Que la librería de Ponferrada se llama Cajón Desastre, y el día que vaya para allá de turismo pienso entrar, por lo menos, a comprarles un libro.


jueves, 31 de julio de 2014

Entre un mundo de intensas emociones tiemblo al pensar que puede que siempre me sorprenda de la forma en que me ves, 
puede que me sorprenda en cómo evoluciona la manera en que te veo, te admiro y siento.
Soy sólo un hombre que intenta seguir su camino, enmendar sus errores y ver en los demás las virtudes que algún día espera poseer.
Pero a pesar de todo, siempre encuentro una manera de sentir que dentro de la grandeza que tiene la vida de una persona, 
todo eso se empequeñece al percibir que sin ti no es completo.

Cada noche y siempre que puedo me encierro en mí mismo con un telón estelar de fondo, tratando de escudriñar lo más retorcido de mis entrañas,
tratando de averiguar por qués y cómos, dejando atrás el pasado y centrándome en el presente y el futuro cercano, y de formas misteriosas 
interfieres en mi meditación, me perturbas y relajas a la vez, me ciegas y me iluminas, te conviertes en dualidad, te vuelves ying y yang.

Me asusta pensar que a pesar de mi entereza, de mi forma de ver la vida, llegue el día en que me de cuenta de que no puedo vivir sin ti, 
de que te necesite incondicionalmente, que parte de mí no sea yo sin ti.

Puede que tan sólo sea un hombre que no necesita en su vida un complemento que ya encontró, y sea un necio que no sepa valorar la grandeza que hay en ti hasta que te pierda, 
pero aunque sólo sea un hombre, aunque sea un necio: te quiero.

Hay mil caminos pendientes por elegir, trenes por coger y estaciones en las que bajarse: La vida es un compendio de sobresaltos, alegrías y tristezas, 
pero por más que pienso, por más que intento imaginar una vida sin ti, no puedo.

Así que mientras el destino se juega a las cartas mi porvenir, mis fuerzas se van a centrar en un 'satori' continuo, con una persona de fondo: TÚ.