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lunes, 4 de agosto de 2014

Pequeños gestos

Una vez leí en un libro que ya no se escribían cartas de agradecimiento, y menos manuscritas.
Hoy yo he recibido una carta manuscrita, y no es de agradecimiento, es de disculpa:
Hace un mes aproximadamente solicité un libro descatalogado a través de una página que te facilita encontrarlos en España.
Esa página me permitió reservar ese libro en una librería de Ponferrada y tenerlo en mis manos sin tener que ir allí (cosas de internet).

La gracia del asunto es que el libro nunca llegó a mis manos. 
Y puesto que así fue, decidí escribir a la página para preguntar por el procedimiento a seguir en estos casos.
En la página me contestaron rápidamente con una larga lista de pasos para poder reclamar mi compra. 
Una larga lista que no estaba dispuesto a cumplir en primer lugar, así que decidí ponerme en contacto con la librería directamente.

Y aquí entra el motivo de mi entrada de blog: 
Un trato muy humano, una señorita al otro lado del teléfono muy atenta en todo momento, y una solución al problema de la mejor manera que supo, 
pues resulta que había habido un error en la base de datos de la página y el libro ya no lo tenían.
Lo más cómodo en su lugar hubiera sido decirme que siguiera el procedimiento de reclamación, puesto que ellos no tienen culpa (es problema de los datos de los que dispone la página, 
y de su correcta actualización). Y yo no hubiera dicho ni mú, al menos a la librería.
En lugar de eso se ofreció a devolverme el importe del libro (13 €) por correo postal y evitarme las molestias burocráticas.
Reconozco que acepté con un poco de escepticismo, pero hoy no sólo me he encotrado con una carta de la librería y el dinero del importe, sino que acompañado venía una nota de disculpa, y manuscrita.

El sentimiento que ha producido en mi verlo, con sinceridad, ha sido inefable. 
Este tipo de recuerdos son los que, si alguna vez tengo hijos, espero poder aplicar y grabar en sus mentes.

Nada más que decir.

Bueno, sí. Que la librería de Ponferrada se llama Cajón Desastre, y el día que vaya para allá de turismo pienso entrar, por lo menos, a comprarles un libro.