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miércoles, 13 de mayo de 2020

De libros y vivencias

Libros... de todo tipo. Manuales, novelas o libros de autoyuda.
Libros de historia y religión, libros de historias... Cada uno aporta algo diferente según el momento.

Soy una persona que no se considera una ávida lectora, y fundamentalmente leo desde hace ya tiempo libros orientados a un conocimiento específico.
La lectura de entretenimiento la suelo dejar para artículos puntuales en blogs, opinión... Internet en general.

Salvo por un libro reciente:
Hacía tiempo que coincidí con el blog de Compartiendo Macarrones y me llamó la atención la cercanía de las publicaciones y, por qué no, que el autor de los escritos es de Valladolid.
Tiempo después descubrí su cuenta de instagram y a través de ahí, un libro publicado: La chica de la mesa cuatro.
Prueba de mi inestabilidad lectora, lo empecé allá por enero y no ha sido hasta hoy que no lo he acabado. Como he dicho soy una persona que lee poco, o más bien que le da a demasiados palos.

Em, me desvío, a lo que iba:
Es un libro entretenido y cómodo de leer. Capítulos de diversos tipos sin conectar y no muy largos: Posts, mini-relatos y reflexiones mayoritariamente.
Supongo que suena a estereotipo eso de que uno se siente identificado con lo que lee, pero no por ello deja de ser verdad.

Ha habido capítulos en los que me he sumergido en la historia, y he podido imaginarme al protagonista independientemente del género.
Otros directamente me han hecho reflexionar partes en mi vida que han tenido puntos en común.
Y alguno en concreto me ha hecho sufrir. No por el relato, pues relatos tristes como tal no hay, pero sí por las heridas del pasado.
Y es que con las heridas del pasado ocurre lo mismo que con la herida que sufrió Frodo en la Cima de los Vientos a manos del Rey Brujo de Angmar.
Una herida que se le curó, pero que recurrentemente le afligía y le daba pinchazos recordando que una vez el puñal de Morgul entró en su pecho.

He disfrutado mucho con el libro. Y es un orgullo saber que su autora es Vallisoletana.
Espero que la vida le brinde la oportunidad de publicar más, para bien nuestro también, por supuesto.


Como decía Jesús Cifuentes (Celtas Cortos) en el concierto del Paquexpress allá por el 97:
¡Poderío pucelano!