Haz tu donación a Wikipedia

Support Wikipedia

lunes, 22 de octubre de 2012

Las tres J's (Jaime)

Hace ya unos años vi un par de películas que me hicieron reflexionar bastante sobre los aspectos no deterministas que acontecen en nuestra vida, y de cómo pueden afectarnos de manera sublime, con el paso del tiempo.
Una de esas películas es Parque Jurásico, y la otra es Pi, fe en el caos.

Con respecto a la primera, de una manera comercial, Steven Spielberg introdujo en manos de Jeff Goldblum conceptos muy básicos de la teoría matemática del caos. Conceptos que yo como niño entendí a mi manera, y que con el tiempo fueron madurando, pasando por la genial película de Darren Aronofsky anteriomente citada.

Esta pesada introducción viene a que me resulta curioso cómo con lo complejos que son los sistemas de interrelaciones humanas, en nuestra vida se producen casualidades, a veces reconfortantes y a veces no.

Pues bien, una de esas casualidades (en este caso reconfortante) tiene que ver con mi adolescencia en el mundo del balonmano.
Qué posibilidad puede haber de que tres personas tan próximas me marquen de manera tal que la persona en la que me he convertido tenga rasgos aprendidos de ellas. Puede que esa probabilidad sea muy baja, pero existe, y como en las matemáticas, si existe, puede ocurrir, y de hecho, ocurre... Yo lo llamo la probabilidad de las tres J's.
Y esas tres J's son Jota, Jaime entrenador y Jaime párroco.

De Jota ya hablé en un post anterior. De Jaime párroco también. Éste es para la otra J.

Corría mi etapa de infantil en el colegio San Viator cuando Alberto Muñiz, que era nuestro entrenador de por aquél entonces, nos presentó al que sería su ayudante. Un juvenil de San Viator también: Jaime.
Ciertamente es muy difuso el recuerdo que puedo guardar del año en general, lo único que puedo decir es que gracias a él en ese momento conseguí eliminar mi manía de lanzar siempre al ángulo corto (puede parecer una bobada, pero eliminar un mal hábito en balonmano no es baladí, hay que ser muy paciente con la persona que lo tiene... y él lo fue).

La historia viene después, cuando ya yo con quince años, Jaime se encarga de entrenar al equipo del que yo formaba parte, en San Viator también.
Desde ese año y hasta que decidí terminar mi etapa en el balonamo como jugador él fue mi principal entrenador...
Tres años: de anécdotas, de entrenamientos, conversaciones, técnica, trabajo, mucho trabajo... y mucha dedicación.
En esos tres años tuve mis buenos momentos, y mis menos buenos. Y detrás de ellos, un maestro no mucho mayor que yo en edad, pero sí en sabiduría.

La casualidad quiso que yo terminara mi etapa en activo como jugador de balonmano a la vez que él decidiera dejar de entrenar para centrarse en sus estudios. Y bueno, a partir de ahí el contacto ha sido más esporádico, naturalmente, pues las vidas siguen su curso, pero la base de mis fundamentos ya estaba formada:
Gracias a personas como él, y también para intentar seguir su ejemplo, es más fácil orientarse en la vida. Y eso me ha ayudado también cuando ya caminando solo he tropezado. Me he vuelto a levantar, con la vista puesta en el horizonte, sin saber cuándo llegará el final, pero sí sabiendo lo que he aprendido, de otros, yo solo... y de él.

Hoy día seguimos en contacto, y aunque con vidas distintas, me sigue sirviendo de ejemplo, y me sigue motivando.
Recientemente ha vuelto a ser padre. Y precisamente una de las cosas que pensé al enterarme es que la sociedad, aparte de jóvenes capaces, necesita de padres como él. Mi enhorabuena por la paternidad ya iba implícita, aunque aprovecho la ventaja de internet para lanzarla otra vez.

Así que quería acabar estas líneas dándote las gracias Jaime, por haberme enseñado tanto: Como jugador de balonmano, y por supuesto como persona.

Y aquí termina el post, viendo cómo esa imprevisibilidad que caracteriza a los sistemas complejos, como es éste en el que vivimos, a veces nos brinda maravillas de la combinatoria juntando a estas tres personas en un marco espacio-temporal tan cercano:

Las tres J's: Jaime, Jaime y Jota.