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sábado, 12 de octubre de 2013

J. Segundo "El Bárbaro"


Uno, a lo largo de su vida, va conociendo todo tipo de gente. Esa gente va y viene, o se queda, y te marcan en mayor o menor medida, dependiendo de cómo sean ellos y el estado de ánimo en el que te encuentres.
Quien bien me conoce, sabe que hay alguien que lleva estando en casi todas mis aventuras y desventuras a lo largo de mi vida: El señor Jokin Segundo.
Es difícil resumir toda una vida con muchas aficiones en común, momentos buenos y no tan buenos en unas pocas lineas. En este post lo haré de otra manera: Con la música que formó mi banda sonora a lo largo de todos esos años, y que en muchos casos fue muy similar a la suya.

Al escuchar Enya, en especial su “Orinoco Flow”, me traslado a esos momentos en la sala de máquinas (videojuegos) Moroco, previo a los entrenamientos de balonmano, cualquier día de invierno.
También me vienen recuerdos de instituto, de recreos en alguna que otra sala de máquinas, y de paseos con bocadillo hasta su casa con más gente. Para eso me sirve Noa con su tema “Space”.
Más tiempos de instituto, más canciones.
Banda sonora de Jesus Christ Superstar, al completo, de principio a fin. Aún recuerdo cuando vimos la película en el video. Éramos unos críos...
Gwendal. Gwendal me sabe a mi primer concierto: En el Pack Exprés, con Fernie también, en carnavales. Joder qué buen concierto vimos... mis inicios en el mundo de la música celta, y gracias a él.

Acaba el instituto y empieza la universidad. Torrente de hormonas, de ilusiones por construirnos un futuro y de paso pasárnoslo “de puta madre”. Ahí entra en escena el bar “Adeshora” en el que pasamos por un montón de grupos: Celtas Cortos, Blind Guardian, Mago de Oz, Sonata Artica, Matmatah, Manau, Violadores del Verso, Skalariak, Nightwish... y muchos más.

Acaba la universidad, y nuestros caminos comienzan “un poco” a divergir: Yo empiezo una beca y él empieza a preparar el doctorado.
Ahí cobran protagonismo otro tipo de bares, que más o menos alguno ya llevaba parte de su historia en mi vida: Trastero, la máquina del tiempo, y sobre todo “El maeloc”. Él, centrado en su doctorado, en su club de rol y en el Aikido. Yo centrado, a secas. Muchas conversaciones, muchos momentos que quedan grabados en mi interior.

Y llega la más o menos actualidad: Él acaba el doctorado y yo me traslado a León.
La excelente situación en nuestro país para gente como él (nótese la ironía) le lleva a emigrar a Holanda. Podríamos decir que ahí comienza a tomar forma la realidad que tiempos atrás temíamos iba a llegar, y que era inevitable, por otra parte: Que nos separaríamos físicamente de tantos años de vida en común.

Éste post se lo debía.
Al hombre más importante en mi vida después de mi padre. Aún en la distancia seguirás siendo mi mejor amigo.

Y de fondo, y creo no estar equivocado, estuvo, está y estará una banda sonora excepcional en nuestras vidas: Mike Oldfield. Y de teloneros, Luar Na Lubre.

Si nuestra amistad dependiera de cosas como el espacio y el tiempo, ¡habríamos destruido nuestra propia hermandad! Pero supera el espacio, y nos quedará sólo un aquí. Supera el tiempo, y nos quedará sólo un ahora. ¿Y no crees que entre el aquí y el ahora podremos volver a vernos un par de veces?
Richard Bach. Juan Salvador Gaviota. 


miércoles, 20 de marzo de 2013

Malos tiempos para la lírica


Hoy, como el año pasado, le rindo honores con un poema. Esta vez de cosecha propia, aunque no haga ni sombra al posteado el año anterior.
No tiene métrica, ni se corresponde con ningún estándar. Sólo hay una cosa que he intentado conseguir, y dejo que cada lector saque sus propias conclusiones.
Como en mi anterior post, cada persona que lo lea obtendrá una sensación distinta, y evidentemente, habrá personas que no sientan nada. Es más un intento de homenaje a tantos y tantos poetas que se mueven alrededor nuestro sin nosotros saberlo. 

Adjunto al final un poema (Ithaca) recitado por Sean Connery con fondo musical de Vangelis, que a mí como fondo siempre me gusta escuchar.

Tema central: Malos tiempos para la lírica.

Con que a alguien le diga algo, me conformo.



Nacido el poeta frustrado,

ése que tiembla y se regocija,

al ver pasar a su musa sentado,

y clavada al destino su alma fija.



Ese poeta, que ve cómo el mundo ha cambiado,

lo desplaza y lo deja apartado,

ese poeta que a su silla queda empotrado,

embobado al entrar Afrodita.



Risueño deja que el tiempo transcurra

centrado en sus cosas, en sus menesteres,

denegando en su mente los placeres

que ella a unos metros sin saberlo susurra.



¡Estimado amigo! Aciagos tiempos advienen,

cuando tan sólo lo que uno quiere,

es ver reflejado en papel lo que siente,

haciendo justicia a tanta hermosura.



Aún llegará el día en que la vida de un giro,

en que este poeta afronte sus miedos,

que rompa con todos sus credos

se levante del sitio que atado lo tiene

y como única arma portada, la verdad,

burlando las tretas que ofrece el destino

haga del sueño una gran realidad.




martes, 5 de marzo de 2013

Popurrí de emociones (II)

Uno a veces se pregunta si las palabras pueden describir cualquier tipo de sentimiento, de sensación.
O un cuadro, escultura o canción. Mi respuesta, después de mucho analizar y analizar, es NO.
Podría componer una obra maestra, pintar un genial cuadro de mi musa, o esculpir a quien mis más locos deseos desata con
maquiavélica precisión. Podría realizar el poema de mi vida, o el ensayo perfecto sobre lo que quiero transmitir.
Podría hacer todo eso y jamás lograría transmitir exactamente aquello que quiero a todo el mundo.
Cuando nos expresamos, para empezar, nuestra mente se encarga de sintetizar a su manera lo que nuestro cuerpo siente.
Ese análisis que hace nuestra mente viene determinado por infinidad de factores, todos ellos relacionados con la experiencia en nuestra vida.
¿Qué ocurre cuando nuestra mente no es capaz de sintetizar una nueva sensación? Miedo, podría ser una razonable opción.
Miedo y descarte. O incluso pasividad, letargo... se enmascara y funde con las demás, de tal manera que parece no existir en ojos ajenos.

Pero ese sentimiento, esa locura que a veces nos deleita y a veces nos tortura no se va.
Podría formar parte de una de tantas partes que forma el mundo de las Ideas de Platón. Ideas que siempre han estado ahí, y que nuestra ceguera normalmente nos impide distinguir, eternas, invariables, puras, imparciales, no entienden de estados.
Y esas sensaciones o sentimientos el mundo civilizado nos hemos empeñado en definir y catalogar, pues forma parte de nuestra forma intrínseca de ser. Necesitamos tenerlo todo nombrado, estudiado y tratado.
Estoy cansado de todo ello.
Como acto de rebeldía, me voy a negar a catalogar la infinidad de sensaciones y sentimientos que recorren mi cuerpo a lo largo de mi vida.
Algunos entrarán y se quedarán, otros fluctuarán un tiempo por mis venas y entrañas y luego me dejarán en paz, y muchos serán diferenciales que apenas notaré. Cualquier parecido razonable con la infinidad de términos que tenemos para diferenciarlos unos de otros me va a dar igual: locura, amor, odio, pasión, vergüenza, dolor, excitación, emoción, tristeza o alegría. Qué más da.
Qué más da lo que mi cuerpo sea capaz de asimilar. Jamás encontraré la canción que me defina, la escultura que te idolatre, la pintura que te adore y te merezca, el poema que te haga sentir lo mismo que yo siento.
El tiempo que pasa en nuestra vida es tan insignificante en el cómputo global que si hubiera un dios que haya existido en el principio de los tiempos, no se tiene ni que enterar si un día lloro, río, canto o permanezco en silencio más de lo normal.

La vida puede ser sencilla o puede no serlo, la vida es, existe y está. Cada uno la acoge en su interior desde su perspectiva y hace de ella lo que cree que puede hacer. La vida puede ser maravillosa (si te dejan), o no. Puede estar bien a ratos o mal a ratos. Parecen frases de perogrullo pero cuando uno intenta alejarse de la perspectiva particular y verlo todo desde un prisma global las puntualizaciones carecen de sentido.
¿Cómo veo mi vida? A lo mejor me tendría que preguntar: ¿Cómo ven mi vida la gente que me conoce? ¿Cómo vería mi vida alguien que nunca me ha conocido? ¿Cómo veo yo la vida de los demás?
Todo, TODO, sesgado. Incompleto, pero no por ello no tiene por qué ser imperfecto.
Una conclusión muy básica de todo ello es que la vida es un lío que intentamos desenredar, unos mejor que otros. Y cuando a veces logramos ver el ovillo casi perfectamente formado, llega el gato del caos y se encarga de revolvernos un poco ese preciado orden que necesitamos para tener estabilidad.
Llámalo Berta, Rodrigo, cáncer, nacimiento, muerte, Julen, Nerea, Pepito, Juani, enfermedad, suerte o maldición o como lo quieras llamar.
Siempre llega, siempre se va, y siempre vuelve a llegar.

¿Y de todo este lío qué resultados se ven? Para responder a esta pregunta, un deseo: poder tener tiempo para hacer este análisis momentos antes de morir. Y aunque evidentemente importe más bien poco a la humanidad qué conclusión saque, por lo menos llegar al final con las ideas más claras que un servidor ha ido teniendo desde que tiene uso de razón.

martes, 12 de febrero de 2013

Popurrí de emociones

Qué vida tan rara ésta que nos ha tocado vivir. Y en qué país.
Si uno se para unos minutos a reflexionar, puede llegar a volverse loco de tanto vaivén de sentimientos.

Empezamos por el mundo: Es inevitable estar al corriente de guerras, de algunas guerras, de las que nos cuentan. De catástrofes naturales, también algunas, que no todas son las que salen en los medios, o de la misma manera...
De violaciones, crímenes, asesinatos, ablaciones, muerte, dolor, injusticias, cáncer, hambre, miseria... Vivimos en el mundo que nos han enseñado a vivir, una mezcla curiosa de siglo XXI y edad media, en el que el Papa usa twitter, o pecamos de supersticiosos enviando cadenas anti-martestrece por whatsapp.

Y seguimos por España: Un país con un potencial impresionante, pero que flaquea en lo fundamental. Hemos sabido, más o menos, evolucionar sin autodestruirnos desde la guerra civil hasta hoy día, gracias al esfuerzo de nuestros mayores, que han cuidado (la mayoría) con cariño, sufrimiento y dedicación a nuestros padres, que a su vez han sabido darnos también el cariño que merecemos.

Tenemos el conocimiento, la posibilidad de hacer cosas, grandes o pequeñas, de ver más allá de nuestras narices... pero poco a poco la llama que hace tiempo se encendió se apaga, los políticos se cuentan por corruptos, como los jueces, que permiten que éstos salgan impunes. Por miedo o por poder, por dinero o por odio.
La cifra de gente en el mundo del desempleo cada vez es mayor, y todo el conocimiento que muchos obtuvimos en los colegios, institutos, universidades y en la vida misma se marcha emigrando con nuestros cuerpos, a sitios donde nos cuiden mejor.

Las religiones siguen siendo la gran lacra mundial, que son usadas como arma por los dirigentes para maniatar al pueblo, mientras que la verdadera espiritualidad, la que cree realmente en Buda, Alá o Jesús se evapora entre escombros, miedo y vergüenza.


Sin embargo, a pesar de toda la mierda que llueve cada día, siempre sale el sol: Un sol de esperanza, movido por personas que hacen que la vida merezca la pena, por gente que sin salir en los medios cada día hace de este mundo algo mejor: gente que utiliza sus conocimientos para ayudar a la gente de otros países, de otras ciudades, o al vecino de enfrente.
Esa gente, aunque no numerosa, sostiene los cimientos a los que gracias a ellos el mundo todavía se tiene en pie. Son héroes anónimos: músicos del alma, virtuosos de la caridad, maestros de la esperanza.
Ellos no entienden de religiones, entienden de amar y de respetar, y no se han conformado con contarlo en los medios, o de escribirlo en un blog como hace este humilde servidor. Ellos ya han pasado a la acción.
Ellos me motivan, me ayudan a intentar ser mejor (aunque no lo consiga).
Al perfecto desconocido: gracias por motivarme, gracias por existir y hacer que la existencia de los demás sea mejor, con tu ayuda, el mundo que irremediablemente parece que se va a tomar por culo, da media vuelta y le saca el dedo a la desesperanza.