¿Un año más?

Cada vez que viene el año nuevo no puedo evitarlo, me entra un poco la risa.

Son fechas de regocijo, de mensajes de paz, de amor, de buenos propósitos, de aparcar los malos rollos que dejamos en el año que se va.

Días en los que vemos apagarse un año en el que mayormente se ha ido con distinta gracia que empezó.

Promesas que nos hacemos a nosotros mismos para intentar despejar las agridulces sensaciones que se vivieron, las putadas que la vida te tenía preparada...

Borrón y cuenta nueva: No está mal, es una manera semi-impuesta de establecer una barrera entre los males que han pasado y las necesidades que se nos avecinan.

Pero me da la risa, repito, no puedo evitarlo... tengo una perspectiva bastante huraña de estas cosas. Sí, soy raro, me la suda el año nuevo, no es más que un cambio en el calendario, una manera de medir el tiempo, nada más.

El uno de enero no me va a devolver lo que he perdido en el que se acaba, ni me va a dar las cosas hechas ni mejor pintadas sólo por la mera suma de una unidad en el número.

Que sí, que es una manera de obligarnos a establecer unos objetivos y unas fechas para verlos cumplidos. Pero francamente, si es esa la intención el uno de enero no es buena fecha para ver cumplidos proyectos en la vida, por ley, para todo el mundo.

Los años los vemos como proyectos en el que el uno de enero nos dan las especificaciones, las necesidades y los requisitos. Y nos dan un año para terminarlo.

¿Eso es bueno?
¿Nos va a producir más satisfacción si los objetivos se cumplen en las fechas establecidas?

Los proyectos que realmente definen nuestra vida no empiezan en año nuevo... normalmente vienen determinados por las situaciones que nos encontramos en la vida: Un cambio de trabajo, un curso académico, una muerte de un ser querido...

Para mí, hay un proyecto muy grande, atemporal: ser feliz. ¿Cómo conseguirlo?, en primer lugar, sorteando los baches que te encuentras en la vida, y después es cuestión de determinación y buen hacer. Y eso, no surge al comer las uvas...