martes, 30 de septiembre de 2014

Filosofía de un pensamiento (III)

Sentir...

Sentir: Cerrar los ojos y dejar que los últimos rayos de sol de un día de verano se apaguen en tu piel.
Percibir el ruido del viento al chocar con la naturaleza y que te sirva de compás para dejarte llevar.

Fuera, a tu alrededor, se produce una melodía con instrumentos invisibles que poco a poco van formando una canción.
Es ese viento el que entra en tu interior y se lleva los malos sentimientos y todo ese mal rollo que te angustia, te oprime y simplifica.

No es magia, no hay magos. No hay milagros. Es algo que siempre está ahí y que nos negamos a aceptar: Que 
somos parte de ello, de ese paisaje, de los pájaros que vuelan y pían en busca de comida y de supervivencia, 
de los árboles que se ondulan al viento y que permanecen casi eternos a nuestros ojos, de la tierra que nos da firmeza y suelo,
de esa alimaña que se esconde con mirada furtiva y miedo ante nosotros.

Parte del río que al fondo escuchamos romper contra las rocas y que fluye con destino a un mar lejano, o a otro río.

Y es que no hay nada más bonito y desgarrador a la vez que comprender que la inmensidad que nos rodea 
hace que cada vez me vea más pequeño.
Algún día moriré, me fundiré con el sitio de donde vengo, pasarán los años y seré parte de algún animal,
o me perderé en las corrientes de algún mar lejano y que servirán de guía a bancos de peces, tiburones o ballenas.

Puede que vuele por cielos en los que nunca habré estado, o que sirva de alimento al animal más inesperado.
Lo que está claro es que seguiré vivo. No como me imagino, eso sí:
Es el ciclo de la vida.

Sentir...
sentir que te mueves, 
que tus ojos ven,
sentir que tus labios sienten 
que te excitas,
sentir que morir no quieres, 
que a la muerte evitas,
que los sentidos no mienten.

Sentir que estás vivo, 
porque si duele, gritas, 
lloras, te caes.
Porque si gusta gimes,
ríes, te levantas.

Sentir...
Sentir hasta sufrir, 
hasta el éxtasis, 
y en ello pongo énfasis,
si estás vivo, siente.
Siente hasta que revientes,
porque el día que dejes de sentir,
ese día, aunque en vida,
acabas de morir.

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